La relación entre las enfermedades mentales y la violencia de pareja

By Por Cassandra Marzke, miembro del Consejo de la Juventud de love is respect.

Mayo es el Mes de Concienciación sobre la Salud Mental. Por ello, quería destacar la relación entre la enfermedad mental y la violencia de pareja (IPV, por sus siglas en inglés). Aunque hay varias formas en que las conversaciones sobre salud mental se cruzan con las de la violencia de pareja, esta publicación del blog se centrará en la necesidad de una mejor comprensión de las experiencias de violencia de pareja para las personas con enfermedades mentales preexistentes.

Las conversaciones en torno a la violencia contra las mujeres y la salud mental suelen centrarse en la salud mental del agresor o en los efectos del maltrato en la salud mental, pero rara vez en las personas que ya padecían enfermedades mentales antes de sufrir el maltrato. Si acabamos con el estigma que rodea a las enfermedades mentales, comprendemos mejor las experiencias únicas de los sobrevivientes que sufren enfermedades mentales y llevamos a cabo las investigaciones pertinentes, podremos seguir creando mejores programas para atender a los sobrevivientes que sufren enfermedades mentales.

Los efectos de las enfermedades mentales y los traumas

Según la Alianza Nacional de Enfermedades Mentales, aproximadamente el 20% de la población padece enfermedades mentales cada año. Aunque algunos de estos casos de enfermedad mental se producen después de un trauma, muchas personas experimentan una enfermedad mental independiente de un trauma específico. Gran parte de la investigación y del discurso público sobre salud mental y trauma se centra en los efectos del trauma tras el suceso o sucesos.

Sin embargo, la investigación más reciente sugiere que las personas que viven con enfermedades mentales antes de la violencia interpersonal y la IPV (violencia de pareja) pueden tener experiencias traumáticas distintas.

Las experiencias traumáticas

Aunque hay pocos estudios sobre las tasas y los efectos del maltrato en personas con enfermedades mentales preexistentes, lo que existe sugiere la importancia de comprender este tema. La mayoría de las investigaciones no diferencian entre victimización antes o después del desarrollo de la enfermedad mental. Sin embargo, unos pocos estudios se centran en la victimización reciente de pacientes con enfermedades mentales graves. Por ejemplo, un estudio de 1996 descubrió que el 79.4% de las personas recientemente hospitalizadas por enfermedad mental grave habían sido agredidas físicamente por su pareja o un familiar en el último año. Otro estudio examinó las agresiones físicas y sexuales de personas con enfermedades mentales graves sin hogar. Se descubrió que aproximadamente un tercio había sido agredido en un plazo de treinta días.

La violencia de pareja y la enfermedad mental

Un estudio británico analizó las tasas de violencia de pareja, concretamente entre personas con enfermedades mentales crónicas que habían recibido servicios comunitarios durante al menos un año. Los investigadores descubrieron que las tasas de victimización por violencia de pareja en el último año eran más elevadas en el grupo de personas con enfermedades mentales graves que en el grupo de control, lo que aporta indicios de que las personas con enfermedades mentales preexistentes experimentan tasas de violencia de pareja más elevadas.

Sin embargo, dado que tan pocos estudios diferencian entre las condiciones de salud mental preexistentes y las condiciones de salud mental que surgen como resultado de la violencia interpersonal, se necesita más investigación para confirmar y ampliar estos hallazgos.

La necesidad de más investigación

Se necesita más investigación y financiación para replicar estos estudios, ampliarlos y abordar sus limitaciones. En primer lugar, los estudios existentes se centran en gran medida en las mujeres con psicosis y en las personas hospitalizadas en la actualidad o recientemente. De todas las personas con una enfermedad mental, estos grupos representan sólo una fracción. Se necesitan más estudios sobre enfermedades mentales de diversa gravedad. Además, los estudios sobre la IPV (violencia de pareja) a menudo excluyen por completo a las mujeres no blancas o tienen muestras de hombres y personas de género no binario demasiado pequeñas para ser analizadas. Por último, se necesita más investigación para determinar si las tendencias han cambiado desde finales de los años 90 y principios de los años 2000, cuando se publicó gran parte de la investigación disponible.

De la investigación al apoyo a los sobrevivientes

Además de la investigación cuantitativa sobre la IPV contra personas con enfermedades mentales, más investigaciones cualitativas sobre la experiencia vivida por los sobrevivientes con enfermedades mentales preexistentes pueden ayudarnos como sociedad a desarrollar mejores recursos centrados en los sobrevivientes. La investigación es fundamental para comprender el alcance del problema y cómo crear mejores programas. Sin embargo, no debemos perder de vista la individualidad de las experiencias de IPV de las distintas personas. Podemos detectar patrones generales a través de las encuestas y utilizar esos datos para poner en marcha programas e intervenciones dirigidos de forma concreta a esos patrones. Sin embargo, también debemos reconocer a cada sobreviviente como un individuo con sus propias necesidades.

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Miembro del Consejo de la Juventud love is respect
Cassandra Marzke
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